Un programa eficaz tratará en primer lugar de identificar aquellos aspectos del entorno que son críticos en este sentido. El programa también identificará cómo y dónde modificar la disponibilidad de estos componentes tanto para ayudar al control de los roedores como, a largo plazo, para asegurar que la plaga no se restablezca después de que el control se haya completado.
La identificación y la eliminación de las fuentes de agua y alimentos es quizás un paso obvio que debe tomarse aquí. Sin embargo, no siempre es posible hacerlo, en cuyo caso será necesario limitar, en la medida de lo posible, el acceso que tienen los roedores a los alimentos y al agua a través de la exclusión.
La identificación y la destrucción de los lugares de anidamiento y los refugios utilizados por los roedores, también es una parte integral de cualquier estrategia integrada.
La reducción en la capacidad de carga del entorno debe considerarse no sólo como una parte esencial del programa, sino que también debe ser vista como un factor que contribuye a la seguridad del uso de los rodenticidas y a la reducción de los riesgos para el medio ambiente. Cuanto menor sea la capacidad de carga, menos roedores habrá y menores serán las medidas de control químico y físico que se tengan que utilizar.